32. Miedo


El Sol se va poniendo tras de mi, y todo a mi alrededor comienza a cambiar, me encuentro en un lugar precioso, natural, muy cercano a la playa de Pozo Izquierdo, es un lugar conocido, conocido, que pronto me doy cuenta de mi error, cuando el cielo cambia el azul por el negro ya nada es conocido, más bien aterrador.
Los árboles, muertos por culpa de la salinidad y tumbados por el viento que antes observé, ahora se tornan aterradores, parecen que se tumban más y más a cada paso que doy, como si quisieran asir mis tobillos en un ultimo esfuerzo, ahí los pueden ver, agitándose, sus ramas crepitando con el aire. Intento cambiar de pensamiento, pero hay un sonido que perturba mi mente, el ruido de las gigantescas aspas de los molinos eólicos al ser giradas por el viento, como si fueran pisadas a mi espalda, todo se pone en mi contra, avanzo más deprisa, pero no hay forma de escapar de ese repetitivo sonido, se ha incrustado en mi cabeza.
Y ya me veo dentro de una película de Hitchcock, siento un sudor frio que me recorre la espalda y me entra el miedo, miedo a la oscuridad que se va comiendo la poca claridad que me permite ver el suelo que piso, acelero el paso, y comienza la carrera, yo contra las sombras, ya incluso deja de preocuparme la cámara que llevo al cuello, solo quiero llegar al aparcamiento, y por fin, tras bordear un muro veo las luces al fondo, solo es cuestión de no perder (más) los nervios y poner cada pie delante del otro, no hay nadie detrás de mí, (¿porqué habré pensado eso?) ya no me importa donde piso, me da igual partirme una pierna, solo me importa mirar atrás a cada segundo, buscando a ese asesino que seguro está avanzando con cada rayo que pierde el sol, y yo busco ese reflejo en el cuchillo que delate su posición, sigo avanzando, ya me duele todo por culpa de la tensión, tropiezo, estoy a punto de caer, doy unos pasos largos y torpes y recupero la estabilidad, compruebo que la cámara sigue al cuello y...¿que coño hago parado?, ya no hay claridad, solo el tintineo lejano de las luces del aparcamiento, y todo se me viene encima, el ulular del viento arrastrando los árboles, el golpe monótono y seco de los molinos que no me deja pensar con claridad,  y lo veo, solo es una mancha negra, pero es una persona, ¿que hace alguien por ahí a estas horas? esta bien claro que viene a por mí, ya no se ve el suelo, y encender la luz del móvil esta claro que es una mala idea, pero no puedo quedarme quieto a esperar a que ese psicópata me ensarte, ya solo importa sobrevivir, huir, a toda costa y a cualquier precio, así que corro, mis pies van cayendo sobre terreno plano para mi sorpresa y ya puedo distinguir mi coche entre todos los del aparcamiento y eso me hace ir aun más rápido, craso error, cuando ya estaba a punto de conseguirlo, tropiezo y me voy de bruces al suelo, por suerte la cámara está bien, ya cogeando termino de sortear los últimos metros y entro en la blanca y pura luz que desprenden las farolas de la avenida, me siento en un banco a coger resuello y limpiarme un poco, mientras me rio de mi mismo por ser tan infantil. Cuando de repente la sombra entra en la luz, del susto me caigo del banco, (tenia que haberme metido en el coche), y veo una mano que se abalanza hacia mi cabeza y una voz dura de hombre que dice, ¿Te hecho una mano mijito? un amable pescador que al caer la noche se recoge a su casa, ese era mi infatigable asesino.
Como ven, al caer la noche todo cambia, en tu mente.
Obviamente todo es ficción jaja, me asusta un poco la oscuridad en medio de la nada, pero no como para poner en riesgo mi cámara XD
Buenas noches, tengan cuidado con el coco
Un abrazo
Gabo Monzón



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